Si formas parte del engranaje del comercio internacional, la unidad tonelada-milla náutica (ton-nautical mile) no puede sonarte ajena. En el sector marítimo, es mucho más que una cifra: es la medida estándar que nos permite dimensionar el esfuerzo logístico de mover mercancías a través de los océanos.
Su definición es sencilla: una tonelada-milla náutica equivale a transportar una tonelada de carga a lo largo de una milla náutica (1.852 metros). Así, mover 10 toneladas desde Valencia hasta El Pireo (unas 1.200 millas) equivaldría a generar 12.000 tonelada-millas.
Pero su importancia va mucho más allá del cálculo básico. Es una unidad fundamental para analizar el rendimiento, el impacto ambiental y la rentabilidad del transporte marítimo internacional, especialmente en un momento donde la eficiencia logística y la sostenibilidad son dos ejes estratégicos para las empresas exportadoras.
¿Para qué sirve la tonelada-milla náutica en la práctica logística?
Sirve para comparar rendimientos, medir emisiones y entender con precisión el alcance logístico de una operación. No se trata solo de cuánto pesa la carga, sino de cuánto cuesta moverla y qué impacto tiene llevarla de A a B.
Según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, transportar mercancías por mar consume entre 3 y 5 veces menos combustible por tonelada-milla que por ferrocarril, y hasta 20 veces menos que por carretera. Es decir: más distancia no siempre significa más impacto, si se hace de forma eficiente. Este dato es crucial para entender por qué el transporte marítimo sigue siendo la columna vertebral del comercio global. Según el informe Review of Maritime Transport 2024 de la UNCTAD, en 2023 se superaron los 60 billones de tonelada-millas náuticas transportadas, una cifra sin precedentes que muestra cómo el mar continúa siendo el gran canal del comercio mundial.
¿Qué papel juega esta unidad en las decisiones de exportación?
Un papel mucho más estratégico del que suele creerse. Para una empresa que exporta, entender la tonelada-milla permite:
- Comparar costes logísticos entre rutas alternativas
- Medir con precisión el coste de transportar distintos productos a distintos mercados
- Negociar con mayor poder con transitarios y navieras
- Estimar con antelación el impacto ambiental de cada envío
- Tomar decisiones de consolidación o fraccionamiento de cargas
Por ejemplo, mover un contenedor de 25 toneladas desde Shanghái a Algeciras (unas 10.500 millas) genera 262.500 tonelada-millas náuticas. Esta cifra permite calcular el coste por tonelada-milla, optimizar las tarifas y prever el consumo de combustible o las emisiones de CO₂ de ese trayecto.
¿Y qué pasa con las estadísticas oficiales y los informes ambientales?
Aquí aparece un matiz importante. Aunque el sector marítimo opera en millas náuticas, muchas estadísticas logísticas internacionales (OCDE, Eurostat, ITF) utilizan la tonelada-kilómetro como métrica para estandarizar comparativas entre distintos modos de transporte. Por tanto, a menudo verás informes que “traducen” las millas marítimas a kilómetros (1 milla náutica = 1,852 km) para poder comparar, por ejemplo, el impacto energético del transporte por camión, tren y barco.
Aun así, dentro del mundo marítimo —ya sea en planificación de rutas, diseño de flotas o contratos de fletamento— la milla náutica sigue siendo la moneda de cambio para todo lo que implique distancia.
¿Qué implicaciones tiene para las empresas que exportan?
Las empresas que mueven carga a nivel internacional tienen en la tonelada-milla una aliada invisible. Les permite prever costes con mayor precisión, ajustar su estrategia de precios por destino y, sobre todo, reportar con mayor transparencia el impacto medioambiental de sus operaciones, algo cada vez más exigido por clientes y gobiernos. Especialmente en Europa, donde los requisitos ESG están transformando los estándares de logística internacional.
Además, es útil para simular distintos escenarios logísticos, comparar opciones de puerto de salida y llegada, o evaluar si conviene consolidar mercancía para maximizar eficiencia.
¿Tiene limitaciones esta unidad?
Sí. No lo mide todo. No te dice si la mercancía llega puntual, si sufrió retrasos en aduana o si hubo incidencias en puerto. Tampoco refleja los costes indirectos ni los tiempos de tránsito. Por eso, debe usarse junto con otros indicadores como coste por contenedor, tiempos estimados de llegada (ETA) o niveles de servicio.
Conclusión: el poder de una métrica que no se ve, pero lo mueve todo
En Kokargo estamos convencidos de que la tonelada-milla es una unidad estratégica. No es un tecnicismo para estadísticas: es una herramienta para pensar mejor la logística, reducir costes, aumentar tu competitividad y demostrar tu compromiso medioambiental.
¿Estás valorando una nueva ruta de exportación? ¿Quieres reducir tu huella de carbono sin disparar tus gastos? ¿Buscas justificar una inversión en un nuevo puerto seco? Mira tus tonelada-millas. Te contarán más de lo que imaginas.