Estos días, el estrecho de Hormuz vuelve a estar en el foco de atención por motivo de las tensiones crecientes entre Irán, Israel y Estados Unidos. Tras los recientes ataques a instalaciones nucleares iraníes y los misiles lanzados desde Irán contra la base de Al Udeid en Qatar, se ha avivado el temor de que Teherán pueda decidir bloquear este paso estratégico. Estas noticias no solo elevan los precios del crudo, sino también los costes navieros y de seguro -el alquiler de buques se ha duplicado, y los costes de ‘war risk’ han subido un 60 % en una semana. Por eso, en Kokargo creemos que analizar su relevancia hoy resulta más necesario que nunca para anticipar riesgos e impulsar medidas efectivas en el transporte marítimo.
¿Qué es el estrecho de Hormuz?
El estrecho de Hormuz es un canal marítimo estrecho de unos 167 km de longitud y aproximadamente 39 km de anchura en su punto más estrecho, que conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el mar Arábigo. El estrecho está dividido en aguas territoriales: 10,5 millas para Irán al norte y 10,5 millas para Omán al sur, totalizando unas 21 millas náuticas en su punto más angosto.
Alrededor de 20 millones de barriles de petróleo diarios, lo que representa aproximadamente el 20 % del consumo mundial de crudo, transitan por este paso. Además, cerca del 20 % del gas natural licuado (GNL) se mueve por aquí. Sin este corredor, no existen alternativas marítimas viables para absorber semejante volumen. Con la totalidad de sus exportaciones dependientes de ese paso, países como Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes, Irak, Irán y Qatar están en la línea de fuego. Asimismo, potencias importadoras como China, India, Japón y Corea del Sur reciben más del 80 % del crudo que atraviesa Hormuz. Incluso Europa se vería afectada: un bloqueo interrumpiría suministros energéticos, dispararía precios y presionaría las tasas de inflación.
¿Quién controla el estrecho?
Irán domina la ribera norte, mientras que al sur se sitúan Omán (el exclave de Musandam) y Emiratos Árabes Unidos. Aunque ambos países han ampliado sus aguas territoriales a 12 millas, los carriles de navegación -regulados por la Convención del Mar- discurren mayoritariamente por aguas omaníes, manteniendo un marco de tránsito internacional.
¿Irán puede bloquear el estrecho de Hormuz?
Aunque ni Irán ni Omán pueden anular legalmente el paso de tránsito según el derecho internacional, Irán tiene capacidad para provocar bloqueos temporales o ataques asimétricos. Esto generaría un riesgo real para el tráfico naviero, incluso sin saltarse tratados, pero provocarían una respuesta internacional inmediata.
- Todo buque, incluidos navíos de guerra, disfruta del derecho de “paso de tránsito”, que es no suspendible bajo UNCLOS (artículo 37) y la Convención de 1958 sobre el Mar Territorial. Esto significa que no pueden impedirse ni desviar buques que transitan de forma rápida, continua y sin amenazas.
- Por costumbre internacional, incluso países que no han ratificado UNCLOS (como Irán o EE.UU.) reconocen estas normas como vinculantes, pues reflejan una práctica global consolidada.
En definitiva: el canal está legalmente protegido, pero en la práctica es vulnerable a interferencias tácticas, que podrían interrumpir el flujo global de energía y disparar costes logísticos y de seguros.
¿Cómo pueden reaccionar las empresas exportadoras?
Ante este escenario, las empresas dedicadas al transporte marítimo y las exportaciones deberían implementar estrategias decididas para mitigar el riesgo:
- Diversificar rutas: reforzar oleoductos alternativos como Habshan‑Fujairah, que alivian en algunos grados la dependencia del estrecho.
- Reforzar coberturas: incluir en seguros los riesgos geopolíticos y primas de guerra.
- Diseñar planes de contingencia: protocolos para desvíos, comunicación con navieras y ajustes en tiempos de tránsito.
- Participar en misiones de seguridad: como EMASoH, que protegen el tráfico en la región.
El estrecho de Hormuz no es solo un punto geográfico: es el epicentro energético mundial. Su proximidad y control por parte de Irán lo convierten en un elemento de tensión constante. Las empresas exportadoras deben actuar con urgencia: diversificando rutas, reforzando seguros y colaborando activamente en misiones de seguridad. Solo así podrán garantizar que, aunque allí se cierre la “puerta del petróleo”, vuestros envíos lleguen siempre a destino.