La OMI: historia e impacto


Pocas organizaciones tienen tanta influencia sobre el comercio internacional como la OMI (IMO, siglas de International Maritime Organization). Si exportas, aunque nunca hayas oído hablar de ella, la Organización Marítima Internacional determina cómo, cuándo y a qué coste viajan tus mercancías. Sin ella, el transporte marítimo global sería un escenario caótico donde cada país impondría sus propias normas, generando retrasos, sobrecostes e incertidumbre permanente. Ahora bien, para comprender por qué la OMI es clave en tu día a día como exportador, conviene sumergirse en su historia y analizar cómo sus decisiones impactan, de manera directa, en los márgenes de tu negocio.

¿Qué es la OMI y cuál es su relevancia histórica en el transporte marítimo?

Fundada en 1948 bajo el paraguas de las Naciones Unidas y operativa desde 1959, la OMI nació para dar respuesta a una necesidad urgente: ordenar un sector que, hasta entonces, funcionaba sin un marco común. Por aquel entonces, los accidentes marítimos se sucedían sin control, las prácticas contaminantes eran moneda corriente y las condiciones laborales en alta mar dejaban mucho que desear. La globalización aún era un concepto incipiente, pero ya empezaban a vislumbrarse los problemas que surgirían si cada país decidía aplicar criterios propios sobre seguridad, medio ambiente o responsabilidad civil.

Hoy, con más de 170 países miembros y tras más de seis décadas de trabajo, la OMI ha consolidado un sistema que regula prácticamente todos los aspectos del transporte marítimo internacional. Y cuando decimos todos, hablamos desde los límites de velocidad de los buques en determinadas zonas, hasta la composición del combustible que deben usar, pasando por los estándares de formación de las tripulaciones y la gestión de los residuos generados a bordo.

Ahora bien, lo que hace apenas unas décadas eran normas de mínimos para evitar tragedias, hoy se han convertido en exigencias crecientes que afectan directamente a la competitividad de las exportaciones. La OMI ha endurecido, especialmente en los últimos años, su foco medioambiental. De hecho, su estrategia apunta a una reducción del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 respecto a los niveles de 2008, lo que ya está provocando una auténtica revolución en los costes del transporte marítimo.

El ejemplo más sonado fue la entrada en vigor de la normativa IMO 2020, que limitó el contenido de azufre en los combustibles marinos al 0,5%. Esto supuso un aumento inmediato de los costes operativos de las navieras, que tuvieron que invertir en combustibles más caros o en sistemas de depuración de gases (scrubbers). ¿La consecuencia? Un aumento generalizado en las tarifas de flete, que afectó de lleno a los exportadores. Según datos de la UNCTAD, los costes del transporte marítimo se dispararon en algunos trayectos hasta un 20% solo por esta regulación.

Pero el horizonte no se queda ahí. A corto y medio plazo, la OMI tiene previsto implementar medidas adicionales, como la introducción del Índice de Eficiencia Energética para Buques (EEXI) y el Indicador de Intensidad de Carbono (CII), que ya están obligando a las navieras a revisar sus flotas, ralentizar sus operaciones y, de nuevo, trasladar parte de esos costes a los exportadores.

¿Cuáles han sido las últimas regulaciones implementadas por la OMI?

En los últimos años, la OMI ha introducido regulaciones significativas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y otros contaminantes:

  • IMO 2020: Desde el 1 de enero de 2020, se limitó el contenido de azufre en los combustibles marinos al 0,5%, una reducción drástica desde el anterior 3,5%. Esta medida busca disminuir las emisiones de óxidos de azufre, responsables de la lluvia ácida y problemas de salud respiratoria. 
  • Índice de Eficiencia Energética para Buques Existentes (EEXI) y Indicador de Intensidad de Carbono (CII): A partir de 2023, se implementaron estos mecanismos para evaluar y mejorar la eficiencia energética de los buques, incentivando la reducción de emisiones de GEI. 
  • Marco regulador para emisiones netas cero: La OMI está trabajando en un conjunto de reglas vinculantes para alcanzar emisiones netas cero de GEI en el transporte marítimo para 2050. Se espera que este marco sea aprobado en la primavera de 2025. 

¿Qué beneficios han aportado las últimas regulaciones de la OMI?

Aunque a menudo las regulaciones de la OMI se perciben como un factor que incrementa costes y añade complejidad a las operaciones logísticas, lo cierto es que también han traído consigo beneficios tangibles y estratégicos para el transporte marítimo internacional y para las empresas exportadoras. Ignorarlos sería un error. Estos son los principales:

1. Reducción significativa del impacto ambiental

Gracias a normativas como IMO 2020, las emisiones de óxidos de azufre del transporte marítimo se han reducido en un 77% desde su entrada en vigor. Esto no solo mejora la calidad del aire en zonas portuarias y costeras —donde viven millones de personas expuestas a contaminantes—, sino que también contribuye de manera directa al cumplimiento de los compromisos climáticos globales. Para las empresas exportadoras, operar dentro de una cadena de suministro más sostenible refuerza su imagen de marca y las prepara para un mercado cada vez más exigente en términos medioambientales.

2. Mejora en la eficiencia energética de los buques

La introducción del Índice de Eficiencia Energética (EEXI) y del Indicador de Intensidad de Carbono (CII) ha obligado a las navieras a invertir en tecnologías más avanzadas y eficientes. Esto se traduce, a medio plazo, en un ahorro de combustible y una optimización de rutas, lo que puede beneficiar a los exportadores con trayectos más estables, menos vulnerables a la volatilidad del precio del crudo y con menores riesgos operativos.

3. Fomento de la innovación en el sector logístico

Las exigencias normativas de la OMI están acelerando la adopción de combustibles alternativos como el GNL (Gas Natural Licuado), el metanol verde o incluso el hidrógeno, además de sistemas híbridos y eléctricos. Esta ola de innovación no solo abre nuevas oportunidades de colaboración para exportadores que buscan proveedores comprometidos con la sostenibilidad, sino que también empuja a la cadena logística global hacia modelos más resilientes y diversificados.

4. Estabilidad y previsibilidad en las reglas del juego

Cuando existe un marco regulador global y homogéneo, como el que establece la OMI, las empresas pueden planificar con mayor seguridad sus operaciones a largo plazo. Saber que todas las navieras están sujetas a los mismos requisitos medioambientales y de eficiencia energética reduce el riesgo de competencia desleal, arbitrariedad en los costes o sorpresas operativas. Esto facilita una toma de decisiones estratégica más precisa y confiable para los exportadores.

5. Protección del capital natural marítimo

Las normativas OMI no solo se enfocan en las emisiones atmosféricas. También abordan la gestión de residuos, el vertido de aguas de lastre y la prevención de derrames, reduciendo la contaminación marina y protegiendo los ecosistemas. Esto es clave para sectores exportadores dependientes de recursos marinos, como la pesca o la acuicultura, que dependen de océanos sanos para sostener su actividad.

Clave: adaptarse o perder competitividad

El gran desafío para cualquier empresa que exporte es sencillo de formular, pero complejo de ejecutar: adaptarse a un contexto de transporte marítimo cada vez más regulado, más caro y más exigente. No hacerlo supone aceptar plazos de entrega más largos, tarifas más elevadas y una creciente dificultad para competir en mercados internacionales donde otros actores sí están reaccionando.

En este escenario, confiar la logística marítima a socios que entiendan en profundidad las normativas de la OMI y sepan anticiparse a sus efectos no es solo recomendable: es absolutamente necesario. Se trata de prever cuándo y cómo impactará la próxima regulación sobre tu cadena de suministro y de buscar alternativas viables antes de que los costes se disparen o los tiempos de tránsito se vuelvan inasumibles.

Solución: estrategia, previsión y acompañamiento experto

Desde Kokargo, lo vemos claro: no basta con conocer las normas, hay que interpretarlas estratégicamente. Si exportas, es el momento de revisar a fondo tus rutas, tus acuerdos logísticos y tu previsión de costes. La evolución de la OMI no se va a detener y cada nueva regulación tiene una traducción directa en tus márgenes.

¿Algunas acciones concretas? Negocia contratos de transporte que incorporen cláusulas de revisión ante cambios normativos. Evalúa proveedores alternativos que operen flotas más eficientes. Explora puertos secundarios si permiten optimizar tiempos y costes. Y, sobre todo, mantente informado. Porque lo que hoy es una norma medioambiental mañana será un factor determinante en tu capacidad de competir.

Las reglas del juego han cambiado y, créenos, no volverán atrás. Quien domine el tablero de la OMI dominará el comercio marítimo global. ¿Estás listo?