En el día a día del comercio internacional, es común que conceptos técnicos se utilicen de forma intercambiada o imprecisa. Uno de los errores más habituales —y que puede salir muy caro— es confundir los términos flete y fletamento. Aunque suenan similares y ambos están estrechamente relacionados con el transporte marítimo, sus implicaciones jurídicas, logísticas y económicas son muy distintas. Hoy queremos explicarte esa diferencia con claridad para ayudarte a tomar decisiones más acertadas en tus operaciones logísticas.
¿Qué es exactamente el flete (freight en inglés)?
El flete (freight) es, de forma sencilla, el precio que se paga por transportar una mercancía desde un punto A a un punto B. Puede referirse tanto al importe como al servicio en sí. Por ejemplo, cuando contratamos una naviera para que transporte un contenedor desde Barcelona hasta Shanghai, el importe que abonamos por ese traslado es el flete. Este término aparece frecuentemente en los incoterms (por ejemplo, CFR o CIF) y en las cotizaciones de transitarios. Pero cuidado: el flete no incluye automáticamente otros servicios como el seguro, la manipulación en puerto o los trámites aduaneros. Es fundamental verificar en cada contrato qué está incluido exactamente bajo ese concepto, especialmente en un contexto como el actual, donde las tarifas pueden oscilar drásticamente.
¿Y el fletamento (chartering en inglés)? ¿En qué se diferencia?
El fletamento (chartering) hace referencia al contrato mediante el cual se alquila un buque completo o una parte de él. Es un acuerdo legal entre el armador (quien posee el buque) y el fletador (quien necesita transportar carga). No hablamos aquí de un contenedor, sino del uso —y en algunos casos, control— de un barco completo.
Existen distintos tipos de fletamento (types of chartering):
- Por viaje (voyage charter): se alquila el buque para un trayecto específico. El armador conserva el control operativo.
- Por tiempo (time charter): se alquila el buque durante un periodo determinado, incluyendo tripulación y servicios.
- A casco desnudo (bareboat charter): se alquila el barco sin tripulación, ni servicios, ni provisiones. El fletador se hace cargo de todo, como si fuera el propietario.
Estos contratos están regulados por cláusulas estandarizadas, como las GENCON (Convención de Ginebra), BALTIME o BARECON, y suelen estar redactados bajo jurisdicciones internacionales (Inglaterra, Nueva York, etc.). El fletamento puede durar semanas o meses, y requiere un conocimiento profundo del derecho marítimo.
¿Por qué esta distinción es importante para tu empresa exportadora?
Porque un error terminológico puede traducirse en un error contractual. Si pactas condiciones bajo el supuesto de un flete cuando en realidad se trata de un fletamento, puedes asumir riesgos que no tenías previstos: costes operativos del buque, demoras por mal cálculo de los laydays, penalizaciones por desvíos, etc. Además, en momentos de alta demanda o congestión portuaria, como ocurrió durante la pandemia de COVID-19, muchas empresas decidieron fletar buques enteros ante la falta de espacio en los servicios regulares. Pero el fletamento no es una simple extensión del flete: implica otro tipo de responsabilidades, seguros y coberturas.
¿Qué recomendamos desde Kokargo?
Antes de cerrar cualquier contrato de transporte marítimo, asegúrate de entender qué estás contratando. ¿Es solo el coste de transporte de una carga en un servicio consolidado? ¿O estás alquilando parte o la totalidad de un barco? Si no tienes clara la diferencia, consulta a tu operador logístico o asesórate con un especialista en derecho marítimo.
Desde Kokargo, con más de tres décadas de experiencia en operaciones portuarias y transporte internacional, lo vemos con frecuencia: confundir conceptos puede salir caro. Por eso apostamos por la formación constante de nuestros equipos y por acompañar a nuestros clientes en cada paso de la cadena logística.