El impacto de los aranceles de Trump a las importaciones en el transporte marítimo

Los aranceles juegan un papel clave al influir en las decisiones empresariales y en la dinámica del comercio global. Durante la presidencia de Donald Trump, la implementación y amenaza de aranceles generalizados generaron una incertidumbre significativa en la economía estadounidense e internacional, particularmente para las empresas que dependen del transporte marítimo. Este artículo examina el impacto de estas medidas, los sectores más afectados y las posibles estrategias para mitigar sus efectos.

Antecedentes de los aranceles de Trump

Durante su presidencia, Donald Trump prometió imponer aranceles amplios a las importaciones como parte de su estrategia para reducir el déficit comercial de Estados Unidos y abordar prácticas comerciales desleales. Aunque no implementó todas las tarifas propuestas de inmediato, su retórica y acciones crearon una atmósfera de incertidumbre. Por ejemplo, según Xeneta, Trump planteó la posibilidad de imponer un arancel del 25% a las importaciones de México y Canadá, y de hasta un 60% para productos provenientes de China.

En 2018, la guerra comercial entre Estados Unidos y China intensificó esta incertidumbre, con aranceles del 25% aplicados a bienes chinos por un valor de 200.000 millones de dólares. Esto llevó a un incremento significativo en los costos del transporte marítimo, aumentando las tarifas en más de un 70% para las rutas entre el Extremo Oriente y la costa oeste de Estados Unidos (fuente).

¿Más protección contra China?

Varios análisis económicos han indicado que uno de los objetivos de los aranceles de Trump sobre México y Canadá podría haber sido evitar que productos chinos eludieran los aranceles impuestos directamente a las importaciones chinas entrando a EE.UU. a través de estos países.

Esto se debe al fenómeno conocido como “transshipment” (reexpedición de mercancías), donde los productos de un país sujeto a aranceles son enviados a otro país intermediario (como México o Canadá), ligeramente transformados o simplemente reexportados, para así evitar los gravámenes directos. Por ejemplo:

  • Productos fabricados en China → Enviados a México o Canadá.
  • En México/Canadá → Pueden ser etiquetados como productos originarios de estos países tras modificaciones mínimas o simplemente se reexportan.
  • Desde México/Canadá → Entran a EE.UU. con tarifas más bajas o nulas gracias al T-MEC (Tratado entre México, EE.UU. y Canadá), que sustituyó al NAFTA.

Trump acusó repetidamente a China de utilizar este tipo de estrategias para evitar los aranceles y, en respuesta, amenazó a México y Canadá con impuestos más altos para asegurarse de que estos países no se convirtieran en trampolines para productos chinos.

Esta teoría tiene aún más fundamento si tenemos en cuenta que:

  • EE.UU. estableció aranceles del 25% sobre el acero y del 10% sobre el aluminio procedentes de Canadá y México bajo el pretexto de seguridad nacional, pero muchos analistas señalaron que en realidad se quería evitar que el acero chino accediera al mercado estadounidense a través de estos países.
  • Trump impuso un arancel del 5% (con posibilidad de subir hasta el 25%) a todas las importaciones mexicanas en 2019, argumentando motivos migratorios, pero muchos expertos lo vieron también como una medida para presionar a México para que no permitiera la entrada indirecta de productos chinos.

Más allá del discurso político, este programa de aranceles de Trump con México y Canadá podría ser una estrategia para reforzar su guerra comercial contra China y evitar que empresas estadounidenses siguieran adquiriendo productos chinos mediante países intermediarios.

Impacto en las cadenas de suministro globales

La incertidumbre generada por las medidas arancelarias afectó la capacidad de los cargadores estadounidenses para gestionar sus cadenas de suministro de manera efectiva. Algunos de los impactos más notables incluyen:

  1. Incremento de costos en el transporte marítimo: Las tarifas de los fletes desde Asia a Estados Unidos se incrementaron un 29% en los primeros 12 meses de la guerra comercial.
  2. Acumulación de inventarios: Muchas empresas decidieron importar grandes volúmenes antes de la aplicación de nuevos aranceles, generando sobrecarga en los almacenes y puertos.
  3. Alteración de las cadenas de suministro: Ante los costos crecientes, algunas empresas empezaron a buscar alternativas fuera de China, como India y otros países del sudeste asiático, aunque con dificultades logísticas y financieras significativas.

Sectores más afectados

Los aranceles impuestos durante esta guerra comercial tuvieron un impacto desigual según el sector. Algunos ejemplos destacados incluyen:

  • Tecnología: Empresas como Apple se enfrentaron al dilema de aumentar precios o asumir los costos adicionales derivados de los aranceles.
  • Automoción: Los fabricantes de automóviles experimentaron un aumento de costos debido a los aranceles sobre el acero y el aluminio.
  • Agricultura: Los productores estadounidenses sufrieron represalias comerciales, con restricciones a la exportación de bienes como la soja.

Lecciones y estrategias para las empresas

Ante este panorama incierto, las empresas exportadoras deben adoptar estrategias tanto a corto como a largo plazo para mitigar el impacto de los aranceles:

  1. Diversificación de proveedores: Reducir la dependencia de un único país proveedor, como China, para minimizar riesgos.
  2. Uso de herramientas digitales: Plataformas de análisis de la cadena de suministro permiten predecir cambios y optimizar rutas logísticas.
  3. Acumulación estratégica de inventarios: Importar productos clave antes de cambios significativos en la política comercial.

Perspectivas a futuro

Si bien la administración posterior de Joe Biden ha intentado relajar parte de las tensiones comerciales, los efectos a largo plazo de la guerra comercial continúan siendo evidentes. Los costos del transporte marítimo y la reestructuración de las cadenas de suministro globales seguirán siendo temas clave para las empresas.

Por ello, es crucial que las organizaciones mantengan una vigilancia constante sobre las políticas comerciales y desarrollen planes flexibles que les permitan adaptarse rápidamente a los cambios regulatorios y de mercado.