En un mundo donde los bloques económicos regionales definen las reglas del juego comercial, el Mercosur —Mercado Común del Sur— emerge como uno de los principales motores económicos de América Latina. Fundado en 1991 mediante el Tratado de Asunción, el Mercosur está conformado actualmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay como miembros plenos. Bolivia está en proceso de adhesión definitiva y países como Chile, Perú o México participan como Estados asociados. En conjunto, representa una población de más de 270 millones de personas y un PIB cercano a los 2 billones de dólares, lo que lo convierte en la quinta economía más grande del mundo en términos de poder de compra.
Desde la perspectiva marítima, este bloque genera un enorme flujo de bienes, especialmente productos agrícolas, minerales, petróleo, maquinaria y alimentos procesados, a través de los principales puertos sudamericanos como Santos, Buenos Aires, Montevideo o Paranaguá. Más del 90% de las exportaciones del Mercosur se movilizan por vía marítima. No se trata solo de volumen, sino también de geopolítica: el Mercosur ha firmado acuerdos clave con la Unión Europea, la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) y recientemente con países asiáticos.
¿Qué desafíos plantea el Mercosur para las empresas exportadoras?
A pesar de su potencial, el Mercosur no está exento de tensiones y obstáculos. Existen barreras arancelarias internas, diferencias de política económica entre países miembros y una infraestructura portuaria aún en desarrollo desigual. El caso más reciente es la creciente presión de Uruguay por firmar tratados bilaterales fuera del bloque, lo que ha desatado fricciones con Argentina y Brasil. Esta inestabilidad regulatoria impacta directamente en las empresas exportadoras, especialmente aquellas que dependen de plazos fiables y condiciones estables para operar.
Además, la falta de integración plena con cadenas logísticas globales limita la competitividad del Mercosur en comparación con otros bloques como ASEAN o la Unión Europea. El 55% de las exportaciones del Mercosur siguen teniendo como destino otros países del mismo bloque, lo que indica una necesidad urgente de diversificar socios comerciales y rutas de exportación.
¿Cuál es el verdadero reto para quienes exportamos?
El verdadero reto no es entender qué es el Mercosur en términos legales o institucionales. Es anticipar sus vaivenes, leer entre líneas sus tratados, y adaptar la estrategia logística de tu empresa en consecuencia. Cuando un acuerdo con la UE se ralentiza o una nueva política portuaria en Brasil cambia las tasas de exportación, las empresas que no están preparadas se quedan atrás.
Los exportadores europeos que trabajan con América del Sur deben entender que el Mercosur es una oportunidad, sí, pero también una zona de riesgo político y operativo. Una devaluación del real brasileño o una huelga portuaria en Montevideo pueden alterar por completo la rentabilidad de un envío. Las empresas que mejor se adaptan son las que monitorizan estas variables y actúan con agilidad.
¿Cómo deberías responder como exportador?
Desde Kokargo creemos que es esencial mantener una estrategia logística flexible, con acceso a múltiples puertos de entrada y salida en la región del Mercosur. También recomendamos establecer relaciones sólidas con agentes locales que puedan ofrecer información actualizada y soporte operativo en tiempo real. Invertir en análisis de riesgo geopolítico y tener planes alternativos de embarque ya no es una opción, es una necesidad.
Más allá de eso, te animamos a pensar el Mercosur no solo como un destino, sino como un hub de redistribución regional. Brasil, por ejemplo, puede ser puerta de entrada para productos europeos que luego se dirigen a Paraguay o Bolivia. Esta lógica puede optimizar costes y reducir tiempos si se gestiona con inteligencia.
Porque exportar hoy ya no se trata solo de mover contenedores. Se trata de navegar en un mar de acuerdos, conflictos, oportunidades y amenazas. Y ahí, el Mercosur es un océano en sí mismo.