El Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), conocido en inglés como Generalized System of Preferences (GSP), es un mecanismo comercial creado en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en 1971. Su objetivo principal es ofrecer a los países en vías de desarrollo un acceso más favorable a los mercados de los países desarrollados mediante reducciones arancelarias o incluso exenciones totales para determinados productos. De esta manera, se busca estimular el crecimiento económico, la diversificación de exportaciones y la integración de estas economías en el comercio mundial.
El funcionamiento es sencillo: las economías más avanzadas aplican aranceles reducidos o nulos sobre un listado de productos originarios de países en desarrollo o menos adelantados. Esto permite que mercancías como textiles, productos agrícolas o manufacturas ligeras lleguen a mercados como la Unión Europea o Estados Unidos con una ventaja competitiva clara frente a las tarifas estándar de Nación Más Favorecida (NMF/MFN).
La Unión Europea mantiene un esquema SGP que beneficia actualmente a 65 países, entre ellos Ecuador, Bolivia, Sri Lanka o Bangladesh. En este marco, productos como el banano ecuatoriano o las confecciones textiles bangladesíes acceden con arancel cero o reducido al mercado europeo. En el caso de Bangladesh, el impacto es tan fuerte que más del 60% de sus exportaciones textiles a la UE se acogen al régimen de preferencias, lo que ha consolidado al país como uno de los grandes exportadores mundiales del sector.
No obstante, el SGP no es permanente ni universal: está sujeto a revisiones periódicas y puede suspenderse si el país beneficiario alcanza un determinado nivel de renta, incumple normas laborales, medioambientales o de derechos humanos, o si se demuestra que el producto en cuestión ya no necesita un tratamiento preferencial. De hecho, India perdió parte de sus beneficios bajo el SGP de Estados Unidos en 2019, lo que supuso que más de 5.600 líneas arancelarias pasaran a pagar las tarifas estándar NMF, encareciendo notablemente su acceso a este mercado.
¿Qué niveles existen dentro del sistema generalizado de preferencias (SGP/GSP)?
El alcance del SGP europeo se organiza en tres niveles distintos, que ilustran bien cómo la política comercial puede adaptarse a la realidad de cada país. En primer lugar, el SGP estándar ofrece reducciones arancelarias parciales a naciones de renta media que buscan consolidar su presencia en el mercado europeo. Es el caso de Ecuador, Indonesia o Filipinas, que han visto cómo productos como el cacao, el café o los elaborados pesqueros acceden con mayor facilidad a la Unión Europea.
En un segundo nivel se encuentra el SGP+, reservado para aquellos países que, además de necesitar un acceso preferente, se comprometen a aplicar convenios internacionales en materia de derechos humanos, laborales y medioambientales. Aquí destacan ejemplos como Bolivia, Sri Lanka o Pakistán, que obtienen beneficios adicionales en sectores clave como el textil o la agroindustria.
Finalmente, el régimen EBA (Everything But Arms) elimina los aranceles a todos los productos, excepto armas y municiones, para los países menos adelantados. Gracias a este esquema, naciones como Bangladesh, Etiopía o Mozambique han logrado colocar en Europa mercancías que de otro modo serían poco competitivas, como textiles, té o productos agrícolas básicos. El caso de Bangladesh es paradigmático: más del 60 % de sus exportaciones textiles a la UE dependen directamente de este régimen preferencial, lo que ha transformado su economía y su posición en el comercio global.
¿Cómo puede tu empresa aprovechar el sistema generalizado de preferencias?
Conocer en detalle si tu producto se beneficia del SGP puede marcar la diferencia entre ser competitivo en el mercado europeo o quedar fuera por un simple sobrecoste arancelario. Por eso, lo primero que te recomendamos es verificar la clasificación arancelaria (código HS) de tu mercancía y comprobar si está incluida en el listado preferencial. Un error en esta fase puede costar márgenes enteros.
En segundo lugar, es fundamental asegurarse de que los certificados de origen estén en regla, ya que solo de esta forma podrás demostrar que tus exportaciones cumplen las condiciones exigidas para beneficiarse de reducciones o exenciones. Sin este documento, los productos pagarían el arancel NMF estándar.
También conviene monitorear las revisiones periódicas del SGP: un país puede perder o ganar beneficios según su nivel de desarrollo, su política laboral o medioambiental. Anticiparse a esos cambios te permitirá ajustar contratos, rutas y precios con suficiente margen de maniobra.
Por último, piensa en el SGP no solo como un alivio arancelario, sino como una oportunidad estratégica. Un arancel cero o reducido puede abrir la puerta a consolidar relaciones comerciales estables, explorar nuevos puertos europeos o incluso replantear la logística marítima de tu empresa, aprovechando volúmenes mayores y rutas más competitivas. En Kokargo creemos que el SGP es mucho más que un beneficio temporal: es una palanca de crecimiento internacional que no deberías dejar pasar.