Entrevista a Javier Roldán, trade compliance specialist con más de 25 años de experiencia

En el comercio internacional, la confianza se construye con cumplimiento. No basta con mover mercancías; hay que hacerlo bajo el paraguas de la legalidad, las sanciones y los tratados internacionales. En un mundo donde un envío a un país equivocado puede costar millones, la figura del Trade Compliance Specialist se ha convertido en un pilar estratégico.

En Kokargo hablamos con Javier Roldán, un profesional con más de dos décadas en el sector logístico y actualmente Trade Compliance Specialist en una multinacional tecnológica con operaciones en Europa, Asia y América.

Javier, ¿cómo llegaste al área de trade compliance?

Empecé en los noventa, cuando apenas se hablaba de compliance. Yo trabajaba en logística internacional, gestionando aduanas y operaciones de exportación. Con el tiempo, las regulaciones fueron aumentando y las empresas empezaron a darse cuenta de que necesitaban a alguien que las entendiera y las aplicara correctamente. Así pasé de ser un “hombre de operaciones” a un “hombre de normativa”. Fue un cambio natural: el comercio internacional ya no podía basarse solo en mover contenedores, sino en hacerlo cumpliendo las reglas.

¿Qué formación o bagaje te ayudó en esa transición?

Estudié Derecho, lo que me dio una base sólida en interpretación normativa. Pero la clave vino después: especializarme. Hice un posgrado en comercio exterior y, más adelante, cursos de Export & Trade Compliance y de control de sanciones internacionales. El conocimiento técnico es importante, pero también entender cómo piensa una aduana, cómo se interpreta una regla de origen o cómo se aplica un tratado comercial. Y eso solo lo da la experiencia y la curiosidad constante.

¿Cómo es un día típico en tu trabajo?

Empieza con café y alertas. Reviso los cambios en regulaciones, sanciones o licencias de exportación. Luego paso a validar operaciones: clasifico productos (HS, ECCN), compruebo países de destino, evalúo riesgos y reviso documentación. Trabajo muy de la mano con logística, legal y ventas. Cada decisión cuenta.

A veces también imparto formaciones internas o participo en auditorías. En resumen: prevengo más que corrijo. Si tengo que apagar un incendio, algo se hizo mal antes.

¿Qué herramientas usas en tu día a día?

SAP GTS es esencial, junto con plataformas de Denied Party Screening y bases de datos arancelarias. También trabajamos con portales de la UE y de la Agencia Tributaria para mantenernos al día. Pero más allá de las herramientas, lo importante es la trazabilidad. Todo tiene que poder justificarse: cada envío, cada control, cada decisión.

¿Qué cualidades definen a un buen trade compliance specialist?

Rigor, criterio y comunicación. Rigor, porque no puedes permitirte errores. Criterio, porque muchas veces las normas no son blanco o negro y hay que interpretar. Y comunicación, porque si no sabes explicar la norma al departamento comercial o de operaciones, no sirve de nada. El compliance no es poner barreras, es poner límites claros para que el negocio avance sin riesgos.

¿Qué impacto tiene este trabajo en la empresa?

Un impacto enorme, aunque a menudo invisible. Cuando todo va bien, nadie se acuerda de compliance. Pero si algo falla (un envío bloqueado, una sanción, un error arancelario) el coste económico y reputacional puede ser devastador. Nosotros damos seguridad operativa. Permitimos que la empresa crezca sin miedo a equivocarse en el terreno normativo.

¿Qué evolución profesional puede tener alguien en este campo?

Puedes avanzar hacia Trade Compliance Manager o Head of Global Compliance, incluso hacia direcciones de riesgo o de asuntos legales. También hay una salida muy interesante en consultoría, ayudando a empresas que empiezan a internacionalizarse. Lo bueno de este perfil es que combina conocimiento técnico, jurídico y de negocio. No es un nicho, es un puente entre mundos.

¿Qué consejo darías a alguien que quiera dedicarse a esto?

Que no se asuste por la complejidad. Empieza por entender bien el comercio internacional y las bases de la cadena logística. A partir de ahí, profundiza en normativa, sanciones y tratados. Y sobre todo, mantente actualizado: las leyes cambian constantemente.

Después de tantos años, ¿qué te sigue motivando?

La sensación de estar construyendo confianza. Cuando ayudas a que una operación compleja salga bien, dentro del marco legal, sientes que aportas valor real. Y me motiva ver cómo el compliance ha pasado de ser “el que dice que no” a ser “el que hace que todo funcione sin riesgos”. Eso, para mí, es evolución pura.

¿Y dónde te ves dentro de cinco años?

(Ríe) Me veo haciendo lo mismo, pero mejor. Este es un campo que nunca se estabiliza: cada año cambia la normativa, surgen nuevas sanciones, nuevos tratados, nuevas herramientas. Así que no hay rutina posible. Me gustaría seguir en la primera línea, pero formando a la siguiente generación. Transmitir lo aprendido, ayudar a que otros no cometan los errores que nosotros cometimos. Porque el compliance no es solo controlar: es también educar.